Patrimonio y desarrollo local

Manuel Luque Cortina (Paleorama SL)
Jorndadas Promoción y Desarrollo Local (Junta Administrativa de Peñacerrada)
Vitoria. Noviembre 2006

El desarrollo rural dependiente, ¿es desarrollo?

Resumen: La puesta en marcha de un modelo de dinamización de los yacimientos arqueológicos de la Sierra de Atapuerca desde 1994hasta 2006, ha supuesto, debido a la afluencia progresiva de visitantes, un notable incremento en el desarrollo de iniciativas rurales en la localidad de Atapuerca. La tipología de estas iniciativas pone de manifiesto la forma en que la población comprende su integración y participación en el proyecto, pero también las carencias y falta de información en los programas de planificación de esos proyectos.

Palabras clave: Atapuerca, participación local, estímulo empresarial y de las administraciones, integración, parasitar.

En 1994 se iniciaron las visitas al complejo Arqueológico de Atapuerca (Burgos), entonces tan sólo existía una cantina en la localidad de Atapuerca. En 2007, después de los trabajos de visitas guiadas a los yacimientos y, en esta misma localidad, podemos encontrar varios albergues, casas rurales, asadores y una subida desproporcionada del valor de los terrenos e inmuebles rurales. En esta comunicación se analizan los resultados y se tratan las variables que han contribuido a este desarrollo de iniciativas, el modelo de aproximación y estímulo de la empresa gestora sobre la población local, la forma en que esta comprende el fenómeno de gestión de los yacimientos y su repercusión. Se analizan igualmente las previsiones a largo plazo, la importancia del grado de participación de la población local, su evolución con el paso del tiempo, y las formas que ha adoptado esta participación e integración. De la misma forma, se pone de manifiesto la ausencia de iniciativas que generen movimiento de público frente a las iniciativas (en su totalidad), que dependen del público que visita los yacimientos.

Cuando en 1994 comenzamos a realizar visitas guiadas a los yacimientos de Atapuerca tan sólo éramos un grupo de arqueólogos con cierta experiencia en el ámbito de la excavación arqueológica y de la investigación, pero totalmente inexpertos en el terreno de la difusión y promoción cultural de un espacio arqueológico. Sencillamente teníamos claro que aquello podía funcionar. Nuestra fe y confianza en el proyecto y en nosotros mismos nos ha mantenido hasta hoy.

Por otro lado, las continuas intervenciones del equipo de investigación en los medios, generaron un interés creciente en ciertos sectores de la población. Aunque de manera muy débil, el flujo de visitantes por este pequeño pueblo burgalés, había comenzado.

Al principio la reacción de los vecinos fue bastante negativa: incredulidad, rechazo, escepticismo…, éramos como extranjeros en una localidad que apenas otorgaba valor a lo que se escondía en las entrañas de la Sierra. En realidad esta actitud local era lógica como comprendimos después. Nuestro interés por integrar a la población local en el programa Atapuerca, fue simplemente resultado de un compromiso social adquirido con nosotros mismos y que ha caracteriza siempre a nuestra empresa. Sin más.

A pesar de nuestros esfuerzos y en lo que respecta a este programa para sensibilizar a la población local acerca de la importancia de Atapuerca y de su posible participación con iniciativas que promovieran el desarrollo local, era evidente que algo fallaba, algo se estaba haciendo mal, la población no reaccionaba. La ilusión y energías concentradas en el proyecto no tuvieron resultados inmediatos, ni siquiera a corto plazo. Sería injusto en cualquier caso tildar a los vecinos del entorno y de la propia localidad de Atapuerca como personas desinteresadas e indiferentes, sencillamente no se produjo conexión con su forma de ver y comprender los acontecimientos. La aceptación de un programa de cambio social y económico en un entorno rural, donde los problemas cotidianos y la visión del devenir de las cosas sigue un rumbo diferente al de las sociedades urbanitas, es muy lento y exige paciencia y dedicación. Como decía María Ostíz en aquella canción, ”una frase no se gana a un pueblo, ni con un disfrazarse de poeta..” Además de intentar convencer y sensibilizar con palabras, hay que hacerlo con hechos. Enseguida comprendes que la aceptación o colaboración por parte de los interesados debía ser sinónimo de beneficio personal. ¿y yo qué gano con esto?, o dicho de otro modo, ¿qué es lo que este programa va a hacer por mi?, si me arriesgo, ¿qué puedo ganar, qué puedo perder? En localidades rurales de baja densidad demográfica, dedicación agrícola o ganadera centenarias y ausencia de iniciativas empresariales en el sector servicios, la empresa que decida organizar y desarrollar un programa turístico debe asumir que el apoyo de la administración local y del propio municipio serán mínimos o inexistentes.

Con el paso de los años y de los hechos, la actitud ha cambiado radicalmente. El éxito del programa de difusión y el definitivo compromiso de la administración regional han convencido a unos y a otros, y la postura es de conservación y defensa de lo que ahora consideran intocable y patrimonio local por derecho de nacimiento. Todo este proceso que ha durado más de 6 años y medio, ha supuesto un notable esfuerzo por parte de la empresa gestora en cuanto a comunicación y establecimiento de relaciones directas con la gente del pueblo. Poco a poco, fruto del estímulo de esa confianza ganada con los años, de abrir los ojos a la población sobre el futuro del entorno y del riesgo asumido por parte de emprendedores locales, vieron finalmente la luz algunas iniciativas que, por imitación, fueron aumentando paulatinamente. A día de hoy, prácticamente todos los recursos que se han generado (10 en total entre las localidades de Olmos, Atapuerca y Agés) son iniciativas locales (no foráneas), con una tipología de edad que oscila entre los 25 y los 55 años, dominando la inexperiencia previa en gestión del sector servicios (desde cero) y sobre todo, dependientes de las visitas que organizamos a los yacimientos o de los peregrinos del camino de Santiago.

La Sierra de Atapuerca presenta una climatología dura gran parte del año. Es muy fría, quedando una vez al año incomunicada por la nieve durante uno o dos días. Por otro lado, la tipología de las visitas es básicamente de dos tipos: individual (fines de semana, puentes y dos meses al año, julio y agosto), y de grupos (entre marzo y junio, principalmente escolares).

El diseño de albergues y restaurantes ha permitido acoger gran parte del público individual (que se reparte más o menos), no siendo así con los grupos, que son mayoritarios (cada autobús, de media, transporta unas 52 personas). En definitiva, la menor afluencia de público individual (principal soporte de locales) durante gran parte del año, mantiene en jaque a buena parte de los empresarios que no pueden asumir los autobuses por falta de espacio, obligando en algunos casos al cierre temporal de la instalación. Sinceramente, creemos que el público que visita los yacimientos (y su particular distribución, condicionada por el clima de la Sierra) no justifica la exagerada concentración de recursos del tipo servicios en la zona.

De esta lectura se extrae lo siguiente:

1º La mayoría de las iniciativas se han puesto en marcha desconociendo el sector de público al que iban dirigidas, y por tanto, sin una planificación o plan de negocio previos.

2º Ni la empresa gestora ni las administraciones local o regional, advertimos a nadie de las peculiaridades del sector y de los riesgos en los inversores locales, quizá muy competentes pero no competitivos.

3º Por otro lado, el futuro Museo de la Evolución Humana de Burgos (en construcción), con una previsión de público individual y colectivo (en autobuses, y nos referimos a este último) numerosa, será un auténtico filtro para la supervivencia de algunos de estos negocios que deberán adaptarse innovando, o desaparecer.

4º Prácticamente todas las iniciativas son dependientes del tráfico de visitantes, no generadoras por si mismas de alternativas a las visitas, de modo que, si estas desaparecen, las iniciativas también.

Todo esto nos ofrece una sugerente reflexión. El proceso de integración de la población local en un programa de desarrollo rural en base a recursos arqueológicos locales, como el caso de la Sierra de Atapuerca, exige, en primer lugar un contacto directo y continuado con la población, y un necesario programa de formación que advierta a futuros emprendedores de los riesgos y necesidades mínimas que garanticen su continuidad en el tiempo. Lo ideal sería la puesta en marcha de recursos alternativos, relacionados o no, pero independientes de la temática general. En este sentido, es especialmente interesante y alentadora la iniciativa municipal (Ayuntamiento de Atapuerca), de poner en marcha un proyecto de humedales cercanos a la localidad, donde se podrá interpretar el modo de vida de aves y otras especies que lo colonizarán. Proyecto este, que, una vez consolidado (aprovechando las sinergias que genera el yacimiento), podrá ser independiente y configurarse como una alternativa más, generadora de movimientos de gente por si misma. Por tanto, lo que realmente comporta riesgos, es la iniciativa que tiene como objetivo generar tráfico de personas aprovechando la fortaleza mediática del principal recurso (en este caso los yacimientos), ya que soporta la responsabilidad de atraer en primera instancia al público del que se abastecerán terceros. Quizá el término parasitar sea especialmente duro o agresivo, ya que el sector servicios es fundamental y juega una baza definitiva en la aceptación de una oferta global más atractiva (visita a los yacimientos, comer en la Sierra, visitar el parque temático, cenar y dormir en la sierra, visitar los humedales), pero que duda cabe que un programa sostenible y duradero, pasa por la puesta en marcha del mayor número posible de iniciativas que generen flujos de visitantes alternativos, al menos para la Sierra de Atapuerca con unas particularidades específicas ( y que serán diferentes en cada caso). En la Dordoña francesa, por ejemplo, alrededor de la localidad de Les Ezyes de Tayac, existen al menos una veintena de recursos visitables que compiten entre sí, pero que de forma global, son responsables de un enorme flujo de público y de que la zona se pueda considerar una comarca temática (si bien es cierto que en poco espacio alberga una de las mayores concentraciones de yacimientos prehistóricos de Europa para un período concreto). En esta zona, al menos la mitad son de carácter privado.

Paleorama, en 2002, propuso en la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León (a través de Diputación Provincial de Burgos), una solución a esta cuestión: la creación de una Comarca Temática en Arqueología (la primera en España), alrededor de la Sierra de Atapuerca, de manera que varias localidades en el cinturón de la Sierra se vieran beneficiadas de un proyecto generador de flujo de personas por toda la Sierra (en la actualidad, tan sólo dos municipios se benefician directamente de las inversiones de la administración regional, Atapuerca e Ibeas de Juarros).

La idea, crear un circuito alrededor de la Sierra involucrando a unos 7 u 8 municipios, con pequeños centros de visitantes en cada uno y con temáticas diferentes (relacionadas o no con los yacimientos). Estos centros, gestionados de forma local por personal local (previa formación y con metodología y puesta en escena según criterios comentados en el artículo de esta misma publicación: El visitante es el protagonista. Casos prácticos en el diseño de modelos originales para la gestión del turismo arqueológico.), o gestionados – coordinados por empresas privadas, duplicarían el flujo de visitantes y aumentarían las iniciativas locales en el sector servicios. Esta propuesta, estaba claramente destinada a provocar flujos de visitantes -esta es la clave, el flujo de visitantes. Por debajo de 90 o 120.000 visitantes/año el mantenimiento (desde la iniciativa privada) de un equipo de difusión como por ejemplo el de Atapuerca (unas 10 personas, autobuses, dispersión de recursos, mantenimiento infraestructuras) es más que cuestionable desde el punto de vista económico.

Creación de marca corporativa que identificara el itinerario, control de calidad en las visitas y puesta en escena, indicaciones, señalizaciones, actividades alternativas, centro de información turística general que vertebrara, canalizara y promocionara todas las estrategias e iniciativas…, unido a bajos costes de montaje y a una alta rentabilidad social y política a medio y corto plazo, parecían ser la solución, una solución que no llegó a realizarse.

Estamos convencidos que la integración local en un programa de desarrollo rural es necesaria, entre otras cosas por el apoyo de la misma al proyecto, fundamental el apoyo de la administración local que es un elemento activo del proyecto y titular del recurso a explotar (permisos, cesiones, etc), por la aportación en recursos humanos al mismo, por la capacidad local para desarrollar iniciativas, cuando menos complementarias pero igualmente necesarias o simplemente por el puro y simple compromiso social, aunque este no se pueda cuantificar o no sea rentable..