Cómo construir una choza de pieles

Os presentamos la recreación, o la aproximación, o como lo queráis llamar, de cómo podría haber sido una choza de pieles en el “paleolítico superior” (y decimos del paleolítico superior por  las similitud de la planta de nuestras chozas con las de los yacimientos arqueológicos de Pincevent, Cerisier, Plateau Parrain, Verberie, Etiolles o Gönnersdorf) aunque honestamente, se trata simplemente de una choza de pieles sin más (en realidad, como gran parte de las reconstrucciones de cabañas paleolíticas de pieles que se hacen por ahí, independientemente del ámbito académico y de su enfoque).

Un apunte, muchos investigadores especulan sobre este tipo de chozas pero muy pocos se han esforzado y preocupado en reproducir el proceso completo: (1) montaje de la estructura, (2) preparación de diferentes tipos de pieles (limpieza de grasa y carne, eliminación de parásitos, mecanizado y posterior curtido), y (3) evolución de la choza en el tiempo. Y es que el trabajo es enorme, sobre todo si tenemos en cuenta que para una choza como las que presentamos aquí, hacen falta más de una veintena de pieles de tamaño mediano (en el caso del ciervo, utilizando caballo o pieles de grandes bóvidos muchos menos, claro). De los pocos ejemplos de reconstrucción seria para este tipo de estructuras, quizá el realizado por nuestros colegas de Malgré-tout sea uno de los más relevantes.

Dado que nuestro objetivo no era reconstruir una choza en concreto (entre otros motivos porque el registro arqueológico es muy escaso), sino conocer su viabilidad y rentabilidad de costes de mantenimiento (de cara a incorporarlas y mantenerlas en los itinerarios guiados en los que trabajamos), nos centramos en analizar su comportamiento a la intemperie por espacios prolongados de tiempo.

En fin, que realizamos toda una serie de pruebas en exteriores por espacio de varios años con diferentes tipos de pieles en crudo (corzo, ciervo, potro, reno…) y encontramos un amplio listado de dificultades técnicas que merecieron nuestra atención y reflexión: impermeabilizado, costuras, ajuste sobre la estructura, la consistencia de la propia estructura, la protección de las faldas en la base, efectos de los humos interiores sobre la piel, la humedad y los hongos, la acidez de los excrementos de los pájaros, los metros cuadrados de piel, las deformaciones (tensiones y contracciones) de la piel por efecto de los cambios térmicos, los problemas de insolación, su comportamiento según la época del año en que estas se hubieran obtenido (importante, dado que las pieles adquiridas en verano presentaban pequeñas perforaciones por efecto de los parásitos), o simplemente el enorme peso que adquiere la techumbre de piel cuando está húmeda o cargada de nieve.

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(1) Ensayo con pieles crudas de corzo (imagen superior). Cerca de 57 piezas. La piel sólo recibió tratamiento mecánico: secado con sal y manoseado con cuerdas y raspadores, es decir, las pieles no estaban curtidas (en ocasiones se confunden el procesado mecánico y el curtido. No es lo mismo). La estructura se degradó completamente (volatilizada literalmente), en menos de 4 meses. Se levantó en diciembre y a principios de marzo apenas se reconocían las pieles. (reconstrucción realizada en Arqueopinto (Pinto, Madrid), entre diciembre y marzo de 2001 a 2002).

(2) Ensayo con pieles (con pelo) de reno inmaduro. Rebajadas y curtidas con procesado químico usando taninos no vegetales (el cromo le da ese color blanquecino azulado tan característico). Evidentemente este tipo de curtido nunca podría haberse realizado en la prehistoria, pero nos interesaba conocer su comportamiento para futuras actuaciones (de cara a su reutilización o no). Las pieles se cosieron siguiendo un patrón ajustado a las dimensiones de la planta de la choza, con objeto de optimizar y ahorrar material (muy estético pero excesivamente caro).

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Aunque la estructura duró más que la anterior, no llegó a los tres años (se levantó en febrero de 2002 y aunque se retirara en abril de 2005, a finales de 2004 ya estaba prácticamente destruida). Las pieles no fueron tratadas durante ese periodo (mantenimiento interior o exterior), y tuvieron que soportar los fuertes cambios térmicos de Madrid, incluidas varias nevadas y numerosas heladas. En apenas unos meses la pelliza exterior se arrancaba sin dificultad, especialmente la superficie de la piel en contacto con el suelo. El cosido, siguiendo patrones esquimales, permitió una impermeabilidad total, al menos durante los primeros meses (con el tiempo, las tensiones y degradación de la piel hicieron inútil este proceso).

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Las pieles mejor conservadas fueron aquellas que presentaban una colocación más vertical (más pendiente). El ensayo nos permitió extraer un par de conclusiones: el curtido químico no funciona, la piel debe colocarse con el pelo hacia dentro y el cosido en borde no resulta efectivo si la cubierta no se protege o retira de forma periódica. Este tipo de tratamiento de la piel (curtido químico y grosor rebajado), es ideal como recurso didáctico en interiores (muy estético y peso reducido. Se utilizaron 25 pieles cuyo peso no superó los 30 kilos)

(3) Ensayo con piel de ciervo curtida con tanino vegetal, muchísimo más baratas que las de reno (las especies foráneas hay que importarlas y pagan tasas e impuestos extraordinarios en aduanas). Existen numerosos taninos naturales, son especialmente efectivos los de la encina (también las agallas), la cáscara de granado, el membrillo, la corteza del pino, el endrino, las acacias y sobre todo, el castaño y el quebracho (un tipo de acacia), incluso los excrementos de paloma (palomina) o de perro (canina). En el medievo, se compraban los excrementos de paloma para los curtidos.

Bien, realizamos dos experiencias en zonas geográficas distintas, una choza en el parque temático de Atapuerca (Burgos), sujeta a temperaturas frías bastante duras y cuatro en Arqueopinto (Madrid), con un clima mucho más templado y cálido pero con contrastes térmicos muy marcados entre estaciones. El resultado fue que la solución es el curtido con tanino vegetal, acompañado de un tratamiento externo de la piel. Esta es por tanto, la acción adecuada para preservar la piel en exteriores.

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Para su elaboración tan sólo necesitas las pieles y unos cuanto metros de tiras obtenidas cortando el borde de las propias pieles. Para solapar las pieles debemos realizar una perforación doble en dos pieles al mismo (separación de la anchura del poste para evitar posteriores tensiones), por donde pasaremos la cinta que ataremos al poste (en el interior). Para los flecos y sobrantes (la piel, cuanto más barata más irregular), utilizaremos una simple tira que “cerraremos” con un simple nudo (a modo de botón), a ambos lados de la piel. Muy importante es la colocación de la piel, cuánto más a lo ancho, mejor favoreceremos su impermeabilidad.

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En el caso de Atapuerca, la choza se mantuvo en muy buen estado pasados 4 años (actualmente no sabemos en qué estado se halla). En Arqueopinto, con tratamientos regulares utilizando sebo de caballo y de cerdo (cada mes durante las semanas de invierno y en los meses de julio y agosto, y cada dos meses el resto del año), las pieles se han mantenido en buen estado después de 8 años (la cara interior conserva incluso su color original). También se puede usar aceite comercial (de girasol, por ejemplo), pero su eficacia y absorción es menor. En ambos casos (Burgos y Madrid), las chozas arrojaron un peso medio que oscilaba entre los 250 y 300 kg (sólo las pieles). El sistema utilizado para techar las chozas fue el solapamiento de pieles, no el cosido. Una vez se solapan, se practican dos perforaciones en los fragmentos de piel que permanecen o que van a permanecer tapados, para su atado al poste. Teniendo en cuenta que la piel reduce su tamaño un 10% más o menos, conviene solapar las pieles con cierto margen, al menos 20 cm. Ah, un detalle, se debe evitar que queden demasiado tensas o excesivamente fijas (además de colocarlas en seco), con el tiempo, la piel se mueve (ver márgenes en imagen superior).

Y con esto, dábamos por terminada nuestra experiencia; qué materiales usar en un espacio visitable, para montar una choza prehistórica de manera que aguante el paso del tiempo (estética y ahorro de costes de mantenimiento). Pero claro, durante el proceso surgieron otros interrogantes relacionados con el ámbito de la prehistoria.

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1-La piel cruda (con tratamiento mecánico, raspado con sílex, cuerdas, manoseado, etc) en exterior tiene una vida muy limitada (entre dos y cinco meses dependiendo de las condiciones ambientales). Algunos grupos del ártico elaboran pantalones con pieles de foca cruda casi sin tratamiento previo (ellos mismos la van curtiendo con su propio sudor, que al fin y al cabo es una solución salina corporal).

2-La piel cruda con engrasados periódicos sólo prolonga un tiempo (casi un año) la “vida útil” de la piel. Esta consideración nos obliga a plantear la necesidad del uso incluso almacenamiento y conservación por parte de los humanos de sebos y grasas animales para su mantenimiento.

3-Una piel sin curtir aguanta más tiempo en un ambiente húmedo que en entornos secos y de insolación (aunque se pudre igualmente)

Observación1: las chozas de piel sin curtir no son duraderas, o bien se abandonaban o bien se transportaban. Y aquí nos hacemos la pregunta ¿abandonaría un sapiens por ejemplo, 250 kg de piel raspada? A saber…, nosotros creemos que no, el procesado mecánico de la piel es un proceso terriblemente lento, pero claro, esta observación, aunque basada en la experiencia y no en la evidencia arqueológica (inexistente por otro lado), sólo refleja sentido común.

6-Una piel sometida a curtido químico, tampoco aguanta en exteriores sin mantenimiento. Esta opción se descarta por razones obvias, sólo queremos dejar constancia del ensayo.

7-Pieles sometidas a curtido con taninos vegetales, aguntan varios años, pero requieren igualmente de mantenimiento con grasas. Las chozas de Arqueopinto estuvieron en ocasiones durante 7 meses sin mantenimiento alguno, y su estado de conservación posterior fue aceptable.

8-La falta de mantenimiento genera los siguientes problemas y alteraciones:
8.1-Aparición de amplias colonias de hongos que pudren la piel
8.2-Alteraciones químicas por los excrementos de pájaros
8.3-Alteraciones por tensiones y contracciones debidas a las alternancias frio/calor, humedad/sequedad, calor intenso y cambios bruscos en la humedad relativa del entorno. Sin duda esta última y la exposición prolongada al sol genera las afecciones más severas.
8.4-Rotura por dentelladas de carnívoros y otros animales. Las pieles con menor grado de curtido, eran mordisquedadas por los perros de vigilancia del parque, lo que nos invita a plantear otro tipo de situaciones, atrás en el tiempo….

Observación2: El curtido vegetal parece ser la solución, ahora bien ¿lo conocerían?, ¿algún tipo de macerado? El conocimiento de esta técnica (que no es complicada pero que exige de ciertos recursos y metodología), implica la inmersión de las pieles en soluciones acuosas de taninos con sus fases de retirada, aclarado, etc, y dura al menos dos meses para un curtido estabilizado y homogéneo (y dependiendo del tanino). Precisa de recipientes o fosas de almacenaje del líquido. Si hubiéran conocido y aplicado la técnica, ¿abandonarían en cualquier caso la estructura?, ¿la transportarían?

En fin, el tipo de agua, la adición de sal, la eliminación de grasas…, etc, son factores determinantes en el proceso de curtido, pero esto lo dejamos para otra ocasión.

©Manuel Luque